jPod, de Douglas Coupland


Fue a principios de diciembre, cuando esperábamos la intensa caravana de mujeres que iba a subir a Barcelona, que teníamos que decidir regalos para CainQ. Me quedé con un leftover, un outtake que no cogimos para él, así que, recomendado por Alex, no dudé un instante, tras leer la sinopsis, que me cogería jPod.

jPod es de Douglas Coupland, un hombre que va un poco de sobrado por la vida porque escribió (y puso nombre a la) Generación X. Exceptuando el hecho de que él mismo sale como personaje, lo que me parece salvaje teniendo en cuenta que hace acto de presencia en un 40% del libro, pero el caso es que me ha encantado y me he leído sus 500 páginas en pocas semanas.

Bueno 500 que se resumirían en unas 350, si no fuera por algo que me encanta, que son las páginas que reproducen emails, cartas que le escriben a Ronald McDonald para intentar ligárselo, momentos conceptuales en los que te ponen todos los ingredientes de los Doritos o idas de olla como 30 páginas llenas de una secuencia de números en la cual hay una O en vez de un 0.

Aparte de todo eso, el libro es apabullante. Cuenta la historia de un equipo de diseñadores de un videojuego de skate de PlayStation al que les obligan a añadir una tortuga "porque gustará a los niños". Todos tienen algo en común: su apellido empieza por la letra J y un error informático les confinó a la zona más apestada del edificio. Los protagonistas son unos geeks de cuidado, chicos y chicas nacidos a finales de los 70 y pirados como nunca. El protagonista, Ethan, tiene una madre que cosecha y trafica con marihuana, y un padre que es extra de cine y aún aspira a tener su primer papel con diálogo.

Si a todo eso le sumas unas escenas al más puro estilo Tarantino pero en plan barato y cutre (es decir, tal como sería en la vida real) y la mafia china de por medio, el resultado es una locura de la que no te desenganchas hasta que no termina.

Puede que sea una novela pedante, arrogante y sin mucho sentido, pero solo por las referencias geeks y por la forma en que está escrita vale la pena.

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