Prince of Persia

El lunes, tras el extasiante final de Lost (y del que dejaré de hablar, lo prometo, pero antes pasaos por el blog de Alex, porque es alucinante y si lo leísteis ayer volved, porque hoy sigue siéndolo y es para coger, imprimirlo y enmarcarlo, y tened por seguro que lo haremos cuando vivamos juntos) nos fuimos a ver a Jake Gyllenhaal, a su torso y su poco amor por la depilación.

Prince of Persia debería llamarse Assassin's Creed, porque si bien está inspirado en el primero, el resultado es prácticamente igual al segundo.

La historia es normalita, nada del otro mundo: Jake Gyllenhaal de Persia es un príncipe que está muy bueno y que nació en la calle, pero el rey vio en él mucho potencial y lo reclutó como hijo. De hermanos tenía a Uno con barba y a El de RocknRolla con el pelo largo. De tío tienen a Ben Kingsley. El caso es que mientras sitian un pueblo en plan Irak, Jake Gyllenhaal de Persia descubre que ha robado una daga que es un poco mando de Wii y que cuando la pulsas se rebobina el tiempo. Pero solo lo puedes llenar con la arena que sale de las tetas de la princesa. Además, bastante tiene con lo suyo que le acusan de asesinato - spoiler free - y tiene que huir con la pendona de la princesa.

Aventuras, desventuras, drama, efectos especiales chulos y sí, lo que todos esperamos, un torso que te mueres.

En cuanto al ripoff de Assassin's Creed es escandaloso. Desde la forma de escalar edificios, las persecuciones en los techos la forma de las ciudades y, lo más exagerado, ver a Jake Gyllenhaal de Persia subido a lo más alto de una torre visualizando la ciudad mientras la cámara gira a su alrededor (cualquier persona que haya conquistado una torre en Assassin's Creed estará conmigo).

Aún y así, la peli no estuvo mal, y nuestro propósito que era sobrellevar el drama de una gran despedida con el pecho de Jake quedó cumplido.