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Hace unas semanas escribía una entrada sobre lo mal que me lo habían hecho pasar por un trabajo que había salido regulero (al final no sé si se consideró que toda la culpa era mía, pero el que se llevó la bronca fue igual).

Pues eso no es nada comparado con lo que me pasó el viernes pasado. No voy a explayarme demasiado porque no es muy interesante y no quiero aburrir, pero el caso es que yo estaba trabajando en un proyecto, y el viernes a las 13 (salía a las 14) me enteré que se tenía que presentar ese mismo día y que lo que llevaba hecho durante 2 semanas no servía de nada porque no tengo criterio.

Lo reconozco, la culpa fue mayoritariamente mía por ir haciendo y consultándolo con mis jefas, pero sin pensar en reunirnos para ultimarlo todo y ver cual era el progreso. Sólo me limitaba a preguntar cosas concretas, pero el conjunto final no les gustó. Me tuve que quedar hasta las 17 (llevaba desde las 8 en el despacho, sin comer) y me cayó la bronca del siglo. Menospreciaron mi trabajo, a mí, se me soltaron mocos en plan sarcástico y frasecitas del tipo "ya no me fio de tu trabajo nunca más" o "me lo miraré y uy como no esté bien...".

Salí a las 17, hecho polvísimo y por primera vez en mi vida rompí a llorar como un crío. De la rabia, de la impotencia, del poco sentido que habían tenido mis explicaciones, educadas y cargadas de responsabilidad, reconociendo mi culpa. Aún y así, iba andando por la calle Aragó con los ojos encharcados, sin ganas ni para ponerme música (y quién me conoce sabe que eso es grave).

Tampoco tuve fuerzas para irme a casa en ese estado, y tuve que ir a ver a Alex a la tienda y ahí fue cuando me derrumbé del todo. Suerte de él que me animó (seguro que se quedó flipando, porque en los casi 7 años que llevamos juntos quizás me ha visto llorar en serio 1 o 2 veces) y ya me dejó con mucha más fuerza para seguir e irme a casa a descansar un poco.

Soy imperfecto, pero de calle. Todos lo somos, pero creo que yo un poco más de lo normal. Pero creo que compenso esa imperfección con un buen trato a los demás. Soy un poco como Britney: no tengo muchas luces, no soy un cerebrito ni un máquina ni un crack en todo lo que me gusta hacer, pero tampoco nadie tiene muchas quejas de mí. Intento estar contento y contagiar esa sensación a todos los que me rodean. Por eso, cuando llega un día en el que se me echa a la caballería encima de las peores maneras posibles, haciendo hincapié en lo mal que me sentiré (nunca he entendido qué tipo de empuje para trabajar mejor es dar miedo y hacer sentir a la gente mal e incómoda) no puedo más y me derrumbo.

Reconozco mis errores, reconozco mi culpa y sobretodo reconozco mi puesto en la jerarquia (tres asignaturas en la carrera se encargan de enseñarnos muy bien lo que es delegar y lo que un buen jefe ha de hacer, igual que un buen subordinado). Pero una vez las cosas salen mal, yo creo que lo mejor es poner buena cara y currárselo. Lo intenté, me quedé 3 horas más, pero no sirvió de nada. Me fui a casa con la frase "me has dado el fin de semana" cuando la verdad es que yo tampoco lo he pasado muy bien.

Suerte de Alex, Final Fantasy XIII, Jack Bauer, Taylor Swift, Lady Gaga y los hermanos Winchester, que han conseguido evadirme un poco. Pero hoy es lunes y no sé como se presenta mi vida. En parte me muero por saber qué me espera, sólo sé que voy a currar como el que más y con una sonrisa en la cara, porque ya lo dice Whitney: No matter what they take from me, they can't take away my dignity. Ea.