Así es. El jueves 11 de marzo de 2010 mi Playstation 3 de 60 GB fue diagnosticada con una enfermedad terminal: las luces amarillas.
A punto estaba de una batalla con un final boss en Pasillo Fantasy XIII cuando todo se paró. Y no se encendía. Aparecía una luz amarilla como ésta:
Luz amarilla que me decía: jódete. Y así me quedé, jodido. Pero no de brazos cruzados. Tras una ardua búsqueda por Internet, leí que había una forma de reanimarla de ese dorado infarto. La herramienta que le salvó la vida? un secador de pelo. Durante 10 minutos por detrás, a toda potencia. Para luego dejarla reposar otros 10 minutos en mi balcón, que hacía mucho frío y así lo enfriaba todo.
Y se arregló. Y me alegré, pero sólo momentáneamente. Porque resulta que una vez te aparecen las luces amarillas, tu consola está destinada a morir. Puede que dure un día, horas, semanas, minutos, pero sea como sea, un día morirá. Y ya no habrá secador que la salve.
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El show ha venido para pasar los datos de una PS3 a otra. Toda la tarde pasando partidas, juegos, datos guardados con las dos consolas conectadas a sendas teles y conectadas ENTRE ELLAS. bueno, un espectáculo. Pero ha funcionado, y aquí estoy, como si no hubiera pasado nada.
Os juro que ayer casi me da algo, nunca en la vida se me había estropeado una consola. Ni la PSOne, ni la PS2, ni ninguna de mis 3 PSPs. Lo bueno? que ahora tengo 120 GB de HDD, que darán para muchos datos y mucha tontería de la mía.
Ea.
Siempre se van los mejores.
Creo que te lo tomaste mucho mejor que yo en tu lugar! Me sorprendiste jejeje.
Bueno, lo importante es que ya está solucionado y que gracias al dependiente mono del Game me he llevado un Yakuza 3 al 50%.